La
orden de los Iluminados (
Illuminatenorden en el original
alemán,
compuesto de
Illuminaten,
derivado del
latín illuminati, 'iluminados', y
Orden) fue una
sociedad secreta fundada en 1776 por
Adam Weishaupt en
Baviera,
Alemania. Nueve años después detuvo su actividad al prohibírsele actuar en ese electorado. Numerosos mitos y
teorías conspirativas se centran en una presunta supervivencia suya y sus supuestas actividades, entre las que se cuentan la
Revolución francesa, la lucha contra el cristianismo y pretensiones de
dominio mundial.
El profesor de derecho eclesiástico y filosofía práctica de la universidad de Ingolstadt,
Baviera, Adam Weishaupt (1748-1830), fundó el primero de mayo de 1776
con dos alumnos suyos la «Asociación de los perfectibilistas» („Bund
der Perfektibilisten” en el orig. al., comp. de "Bund", 'Asociación' y
un deriv. del lat. perfectibilis, 'perfeccionable'). Como símbolo de la organización eligió el mochuelo de Minerva, la diosa romana de la sabiduría.
De trasfondo se encontraba el clima intelectual universitario,
prácticamente dominado por los jesuitas, orden disuelta tres años
antes. Weishaupt, con veintiocho años, era el único profesor de
Ingolstadt sin pasado en la Compañía y se encontraba
correspondientemente aislado del cuerpo docente, también debido a su
entusiasmo por las ideas ilustradas. Para ofrecer protección a los
alumnos de las intrigas jesuíticas, que presuponía por todas partes,
pero sobre todo, para proporcionarles acceso a literatura crítica
eclesiástica contemporánea, fundó la «Asociación de sabiduría secreta»,
en cuyos comienzos no era más que un círculo de lectores anticlericales
de un máximo de veinte miembros. Aparte de esto, el fundador vio en la
Orden de la Rosacruz,
una orden mística espiritual perteneciente a la masonería, que
consideraba un mal siempre creciente y que debía combatirse. Weishaupt
informó de sus razones para la fundación de la sociedad en su carta
Pythagoras oder Betrachtungen über die geheime Welt- und Regierungskunst:
Pero dos hechos
fueron decisivos. Incluso para este tiempo en 1776 un oficial en
Burghausen llamado Ecker había fundado una logia orientada hacia la
alquimia y que había comenzado a extenderse velozmente. Un miembro suyo
llegó a Ingolstadt, a anunciarse allí y a atraer a los más brillantes
entre los estudiantes. Por desgracia su selección recayó precisamente
en aquellos a quienes yo ya también les había echado el ojo. El
pensamiento de haber perdido de esta forma a jóvenes tan prometedores,
y verlos ahora acercándose a la alquimia y majaderías semejantes; fue
para mí tormentoso e insoportable. Por esto fui a pedirle consejo a un
joven, en quien había puesto toda mi confianza. Y me animó a utilizar
mi influencia sobre los estudiantes y estos excesos mediante una
vacuna, administrada mediante la fundación inmediata de una sociedad.
La orden tomó un primer impulso en 1778 cuando un antiguo alumno suyo y presidiente del Palatinado Renano la reorganizó. Weishaupt propuso como nuevo nombre Bienenorden,
la 'Orden de las abejas', porque se imaginaba que los afiliados
deberían recopilar el néctar de la sabiduría dirigidos por una abeja
reina, pero al final se prefirió Bund der Illuminaten ('Unión de los Iluminados') y después, Illuminatenorden ('Orden de los Iluminados'). De la asociación de sapiencia se crearía ahora una orden secreta, que no podía negar la huella de su modelo organizativo, la Compañía de Jesús.
A los Iluminados se les representa con asiduidad en las novelas
populares, por ejemplo en la trilogía "Illuminatus" de Robert Shea y Robert Anton Wilson, en "El péndulo de Foucault" de Umberto Eco o en "Illuminati" de Dan Brown.
Aquí se les representa como bribones tenebrosos, tejedores de complots
turbios o conspiradores demoníacos, pues los citados autores no se
inspiran en hechos demostrados de historias sobre la orden moderadas
por los hechos, sino preferiblemente de las teorías conspiratorias, que
sobre ellos circulan. No obstante se mantienen hoy a menudo estos
detalles ficticios sobre los Iluminados como erróneamente ciertos. Pues
jamás fue su meta provocar el fin del mundo (como por ejemplo en la
redacción de Robert Anton Wilson «Inmanentizar el Eschaton»), así tampoco fueron Galileo Galilei (1564-1624) ni Gian Lorenzo Bernini
(1598-1680) miembros de la orden, como Brown indica, ni tampoco se
encontraban en una tradición milenaria desde los druidas celtas pasando
por la secta de los ḥašīšiyyīn y los templarios con el objetivo de encontrar el “umblicus telúricus”, el ombligo del mundo.
Sello de los Estados Unidos impreso sobre un billete de dólar
Especialmente popular es la suposición extendida en las novelas, de
que los Iluminados poseyeron determinados símbolos, con la cual se
hacía reconocible existencia para los iniciados. A esta simbología
presuntamente iluminada pertenecen entre otros
Ninguno de estos símbolos pueden asociarse históricamente con los
Iluminados. Parece también poco plausible que una conspiración de
ámbito internacional, como suele atribuírseles, deje sus símbolos por
todas partes. Los Iluminados utilizaban sólo un símbolo para la
“escuela de secreta sabiduría”, a saber, el mochuelo de Minerva.