Febrero de 1861. La ciudad de México es un inmenso paisaje en ruinas.
Las órdenes monásticas han sido extinguidas. Los principales conventos
están siendo demolidos. Entre montones de escombros, un grupo de
arquitectos, Albino Herrera, José María Márquez, Miguel Bustamante,
trazan calles que a partir de ahora correrán por esos sitios, y dividen
en lotes los edificios religiosos.
La gente mira aquellas ruinas... Continuar leyendo